IMPORTANCIA DEL AGUA EN LA ECONOMIA
El 70 por ciento del agua de que dispone el planeta
se emplea en la agricultura, 22 por ciento en la industria –particularmente de
alimentos y bebidas– y 8 por ciento en usos domésticos.
O sea que su utilización se concentra en la
producción de comida. Por tanto, el comercio de alimentos equivale a una forma
de comercio de agua.
Por consiguiente, las alteraciones en materia de su
disponibilidad y oportunidad –por sequías (provocadas por fenómenos como ‘El
Niño’) o afectaciones del suministro por desbordamiento de los cauces e
inundaciones (producidas por fenómenos como ‘La Niña’) u otros episodios
climáticos– suelen conducir hacia la carestía de aquellos, y esta, a su turno,
a inflación.
No obstante, se trata de un tipo de inflación ante
la cual las herramientas convencionales de la política monetaria, como tasas de
interés, encajes o controles sobre los agregados monetarios, no arrojan los
frutos buscados.
Por ende, en caso de ser aplicadas con el objeto de
combatir el encarecimiento de la comida originado en dichas causas, podrían
conducir a lamentables yerros, ya que están diseñadas para el tratamiento de
problemas del lado de la demanda, mas no para resolver choques del lado de la
oferta.
Frente a semejante amenaza lo genuinamente
relevante son políticas relativas a la protección y preservación de los
glaciares y los páramos (esto es las ‘fábricas’ de agua), la deforestación
evitada, la conservación de los bosques en pie y la recuperación asistida de
los mismos, la reforestación y la forestación nueva, y la regeneración y
conservación de la biodiversidad en los parques nacionales y los resguardos
indígenas.
Lo anterior, especialmente enfocado a los impactos
del cambio climático sobre los regímenes de lluvias, la erosión y la
desertización, a fin de preservar la disponibilidad del agua en los volúmenes
suficientes, las calidades requeridas y las modalidades adecuadas. Y, a su
turno, hay que velar por la estabilidad de precios, la equidad y, en últimas,
la supervivencia.
No debemos seguir esperando que la burocracia
internacional por fin resuelva adoptar un sistema globalmente vinculante
similar al que la Unión Europea estableció hace seis años para el comercio de
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), conocido como ‘topes y
comercio’ (cap-and-trade), derivado del Protocolo de Kyoto suscrito en 1997,
cuyo valor en el 2010 fue de 142.000 millones de dólares, 13 veces superior al
alcanzado el primer año de su funcionamiento.
Y que además lo complemente con el programa de
Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Suelos (Redd, por su
sigla en inglés).
Resulta apremiante que el país se anticipe formando
su propio sistema de Certificados de reducción de emisiones de gases de efecto
invernadero (CER) a favor de la mitigación del cambio climático, remunerando
las faenas al servicio de dicha causa, tal como lo están emprendiendo de manera
autónoma y unilateral otras naciones, entre ellas Australia, EE. UU. y
California. Para ello es preciso medir las huellas ecológicas de las
principales actividades económicas, obviamente incluidas las
minero-energéticas, que exhiban las más altas emisiones de GEI –empezando, por
ejemplo, con las primeras 200 empresas–; fijarles gravámenes al carbono; y
definir las inversiones que les hayan de ser reconocidas por el Gobierno como
compensaciones, créditos o descuentos tributarios, de suerte que surja en
nuestro mercado de capitales un sistema de transacciones de CER amparado en la
regeneración y recuperación del bosque natural, la protección de las cuencas,
la regeneración y la preservación de la biodiversidad, la deforestación evitada
y la forestación nueva.
Con tal fin se deben impulsar proyectos forestales
de conformidad con los criterios definidos por Naciones Unidas bajo la
denominación de mecanismo de desarrollo limpio (MDL). Política que, además de
su efecto protector sobre las corrientes de agua, contemple otros valores
agregados, como la regeneración y preservación de la biodiversidad.
Adicionalmente, como complemento de la
actualización catastral y del reajuste de la cota mínima del impuesto predial
del 1 x 1.000 al 5 x 1.000 que la administración del presidente Santos en buena
hora dispuso, se debe suprimir la potestad discrecional de los concejos
municipales para el otorgamiento de exenciones y exclusiones sobre dicho
tributo.
Y sustituirla por la concesión de restituciones o
créditos sobre el mismo, pero únicamente por concepto de las inversiones directas
–o en bonos o títulos valores representativos de las mismas–, en proyectos MDL
de conservación de cuencas, bosques, humedales y páramos, incluyendo la
ejecución de planes forestales de protección, según lo certifique la autoridad
ambiental.
Finalmente, es preciso que el Estado, que en no
pocas instancias le ha entregado su manejo a particulares a través de
concesiones bajo condiciones en extremo laxas o por simple abandono, o a
instituciones con autonomía regional, pero en varios casos capturadas por parte
de intereses privados y políticos, recupere su competencia como administrador
del recurso hídrico desde sus fuentes, sus cuencas, su conducción, sus
características físico-químicas, hasta su disposición final por medio de los
distintos métodos de riego predominantes.
El agua tiene que ser tratada como el primer bien
público en orden de importancia para la supervivencia humana, e igualmente para
la estabilidad del poder adquisitivo de las monedas, que constituye el sustento
macroeconómico de la equidad. La supervivencia, estabilidad y equidad cada vez
dependen más de lo que suceda con la oferta y los precios de los bienes de
origen agropecuario, tendencia que se ha acentuado y seguirá agudizándose como
resultado del cambio climático.
EL
SUELO Y SU FORMACION
El suelo es una superficie, un recurso
natural, y un sistema dinámico y
complejo, en el que se efectúan procesos que involucran componentes físicos,
químicos, e incluso componentes vivos. Etimológicamente, esta palabra proviene
del latín “solum”, cuya definición es: tierra, suelo
o parcela.
El proceso de formación del suelo es
sumamente lento, es decir, puede tomar miles de años, y es evolutivo; por lo
tanto, examinando el suelo de una región podemos averiguar cómo éste se fue
transformando, qué tipo de clima y vegetación tenía antiguamente el lugar,
además de sus especies animales, entre otras cosas. El suelo siempre se
continúa formando o modificando, esto quiere decir, que aún hoy el suelo terrestre
evoluciona constantemente.
Siguiendo una explicación científica acerca
del origen de nuestro planeta Tierra, podemos encontrar período en el que éste
era una enorme bola de fuego, que a través de millones de años se fue enfriando. Una vez que la
superficie terrestre quedó completamente fría, quedó constituido un manto
rocoso, llamado también, roca madre. De la roca madre y a través de muchas
transformaciones surgió el suelo
El suelo es concebido a través de la
fragmentación rocosa, influenciado por el clima, el relieve, la roca madre, la
actividad biológica y el tiempo. Respecto al clima, los factores más
influyentes son el agua, que ayuda a que se realicen procesos biológicos y químicos; y la temperatura, que regula la rapidez
de los mismos.
El suelo posee tres componentes: orgánicos, inorgánicos y seres vivos; presentes en los
diferentes estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso. Los componentes
orgánicos del suelo, como su propio nombre lo indica, están formados por materia
orgánica que no ha tenido modificaciones, y por el humus, que es, por el
contrario, la
materia orgánica más alterada, producida por
la actividad de los microorganismos. Los componentes inorgánicos, presentes en
el suelo, son el aire, indispensable para las reacciones químicas; el agua y
los minerales. Por último, los seres vivos (plantas, bacterias, hongos y
animales) intervienen de manera notoria en el suelo, por medio de procesos
físicos y químicos.
LA
ATMOSFERA, PARA QUE NOS SIRVE
Que es la atmosfera y para que nos sirve
La atmósfera es la parte gaseosa de la tierra y indispensable para el desarrollo de la vida,
pues ya que contiene el oxígeno que nos ayuda a respirar y a vivir. La
atmósfera tiene cuatro capas y como sabemos estamos conscientes que estamos
destruyendo una de ellas que es la troposfera que está en contacto con
nosotros, las rocas y las aguas oceánicas y continentales. Ya que la troposfera
tiene un 80% de masa de la atmósfera, ya que se encuentran la mayoría
de los gases. En la troposfera se producen diferentes fenómenos meteorológicos,
es decir, climáticos como los vientos, lluvias (precipitaciones), las nubes,
etc.
RECURSOS
MARINOS
Las
aguas de los océanos y sus microorganismos, que aumentan y varían de acuerdo
con las condiciones ambientales, pueden disolver, descomponer y eliminar los
desechos nocivos producto de la industria, el transporte y otras actividades
del hombre.
El océano desempeña un papel de enorme importancia en la vida de la humanidad. Todo parece indicar que el medio marino primitivo fue el medio idóneo favorable al surgimiento de la vida, al ser éste donde se constituyeron los primeros organismos vivos. El agua ocupa casi el 71% de la superficie de la Tierra. Muchos científicos consideran debería llamarse planeta Océano.
En la comunidad primitiva el hombre usaba los recursos biológicos del mar para su consumo, cubrirse, adornos, etc. Actualmente, en la medida en que el desarrollo científico-técnico se hace más efectivo, las posibilidades de explotación del mar han aumentado, al contarse con nuevos recursos que hasta ahora eran desconocidos.
El océano mundial adquiere cada vez más importancia como fuente de recursos no explorados aun estrechamente relacionados. El océano ofrece no solo riqueza para alimento, sino también otros como la harina de pescado, con un alto contenido de aminoácidos, vitaminas y otros elementos que pueden ser utilizados en la alimentación del ganado y las aves de corral, e, indirectamente, en la alimentación del hombre.
Constituyen también un recurso valioso las algas marinas, las cuales son de utilidad en la elaboración de papel, cartón, cola, alcohol y levaduras. De ellas también se obtiene, gracias a su alta concentración de potasio, abonos muy valiosos.
Pero el océano, con su enorme extensión, no es fuente tan solo de alimentos. Debajo de las aguas existen recursos tan importantes para el hombre, como petróleo y gas, y de ellas es fácil obtener un alto número de elementos, tales como magnesio, bromo, boro, uranio, cobre, etc. La sal común, tan necesaria para la humanidad, es obtenida directamente del mar.
Las aguas de los océanos y sus microorganismos, que aumentan y varían de acuerdo con las condiciones ambientales, pueden disolver, descomponer y eliminar los desechos nocivos producto de la industria, el transporte y otras actividades del hombre, o sea, de auto purificarse y restablecer el medio. Así ha ocurrido a lo largo de toda la historia de la humanidad y así continuará siendo.
Existen varios métodos para la obtención de energía a partir de mares y océanos; entre ellos se encuentran la construcción de obras hidrotécnicas para centrales eléctricas mareo-motrices, y de instalaciones submarinas para "extraer" la energía térmica solar. Mediante estas instalaciones se utiliza el enorme potencial energético que poseen las aguas marinas, como son sus mareas regulares, el continuo movimiento de las olas superficiales y relativamente profundas y la capacidad del océano de acumular el calor del Sol, todo en beneficio del hombre.
El océano mundial como medio de transporte utilizado desde hace muchos siglos, ha adquirido en nuestros días dimensiones gigantescas. Los océanos y mares no solo separan los continentes, sino que, al ser un medio natural de gran utilidad para el transporte de grandes cargamentos, vinculan de forma efectiva unos países con otros, mediante un tráfico incesante que crece de año en año.
Aparte de estos usos que hemos mencionado anteriormente, el agua de mar se utiliza directamente en la industria con otros fines, como por ejemplo, en el enfriamiento de las calderas de grandes industrias. Además, en estos momentos ya existen procedimientos para la desalinización del agua de mar con el fin de utilizarla como agua potable.
Los resultados del Censo de Vida Marina presentados en el año 2010 y realizado por un equipo de 2,700 investigadores de unos 80 países del mundo durante diez años, revela que bajo la inmensidad de los océanos se encontraron criaturas vivientes en todas partes, en la superficie y en las grandes profundidades, donde el calor podría derretir el plomo, o donde el agua de mar se convierte en hielo, o donde nunca la luz ha penetrado o el oxígeno faltaba. Para sobrevivir se observa una diversidad de fuentes de alimentos alternas Se encontraron gusanos que se alimentan de petróleo, abundancia de vida marina en lugares más extremos donde era impensable que existieran seres vivientes. Se documentaron especies que se consideraron extintas por más de 65 millones de años.
El Censo observó decenas de millones de peces nadando de un lado para otro a cientos de metros bajo agua. En la cordillera dorsal del Atlántico, donde el relieve topográfico ha creado un verdadero oasis con una elevada concentración de animales en mitad del océano, se descubrió que los microbios marinos, por peso, constituyen un 90% de la vida marina. Se estimó que podrían habitar más de un millón de especies marinas, y solo descritas unas 250,000; 6,000 potencialmente nuevas especies.
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